Las palabras nos permiten comunicarnos, expresar nuestras ideas y formas de ver el mundo, las palabras son poderosas, no hay que dejar que desaparezcan. En 1998 Pozzi-Escot, afirmaba que el Perú poseía más de 60 lenguas indígenas, en la actualidad, tenemos 47 registradas, esto nos dice que cerca de 13 lenguas han desaparecido, nadie las volverá a escribir, nadie las volverá a escuchar. Este trágico destino está muy cerca de ocurrirle a Iskonawa, una lengua amazónica de la familia lingüística Pano, al borde de la extinción.
Iskonawa cuenta con solo seis habitantes, tres ancianos y tres sordos, que entre el sol y la lluvia viven en una pequeña comunidad llamada Chachi Bai, en Pucallpa, que comparten con los shipibo-conibo. Tienen sus propias costumbres, sus propios cuentos y sus propios mitos. Los ancianos cuentan que un páucar bajó a la tierra y les enseñó a los hombres a sembrar, esos hombres se consideraron sus hijos, de ahí nace Iskonawa Hombres del páucar.
Se han rescatado palabras muy usadas en esta lengua del Diccionario Iskonawa escrito por Roberto Zariquiey, como: amen el cual es un animal que en el castellano actual se llama carpincho o capibara, Isahn, el nombre dado a la marmosa, un roedor de tamaño medio que a menudo se come los cultivos, también está el mani, que contrario al significado en español, se refiere a una planta, llamada bijao en el castellano regional, que se usa para envolver comidas como el kawá, que se conoce también como patasca o patasca, una comida típica de la región a base de pescado condimentado a la parrilla.
En conclusión, para poder mantener la diversidad patrimonial lingüística y cultural se debe preservar las lenguas de nuestro país, debemos buscar un guía, un páucar, que al igual que a los Iskonawa, nos enseñe. Esto es importante ya que hace que el Perú no pierda su identidad y pueda mantener la evolución cronológica de nuestro país ya que sería de vital conocimiento para las generaciones futuras