Estamos viviendo en el país es un momento histórico en donde las viejas prácticas de la política se resisten a morir mientras que las nuevas no terminan de conocer la luz.
Un pensador del siglo pasado definía la crisis como aquél proceso histórico en donde Lo nuevo no acaba de nacer, y lo viejo no termina de morir y lo que estamos viviendo en el país es un momento histórico en donde las viejas prácticas de la política se resisten a morir mientras que las nuevas no terminan de conocer la luz. Y es por ello, que hoy; las verdades ocultas que todos sospechábamos aparecen desnudas y nos demuestran que la política está marcada por los intereses de unos pocos, los cuales tratan desesperadamente de asegurar sus intereses que lamentablemente no es el interés de los muchos otros ciudadanos. Es por ello que hoy depende de nosotros despreciar dichas prácticas para apostar por algo diferente, en el cual el estado esté al servicio del pueblo y se comprometa en un proyecto nacional y no al proyecto de un grupo de malos empresarios. Lo que siempre hemos manifestado es que los empresarios son necesarios e importantes para el desarrollo del país, pero sin duda necesitan entender cual es el papel que deben desempeñar en la construcción del país. En toda nuestra historia hemos tenido una clase empresarial que ha hecho su fortuna a costa del estado y en perjuicio de las grandes mayorías; es esta quizás una de las razones más importantes por las cuales muchas de las empresas en nuestro país son efímeras y no perduran en el tiempo; tal como sucede en los países desarrollados, donde tenemos empresas que vienen de generaciones en generaciones. Esto tiene que cambiar.
Por lo tanto, si bien podríamos discutir que aportar dinero a una campaña es un delito o no, no queda duda que es una falta moral, y aquello no debe estar sujeto a discusión alguna. Con esto no quiero decir, que los empresarios no puedan o deban en caso que así lo quieran apostar por un candidato, solo se les debe exigir que hagan uso de los canales adecuados y evitemos que estén paseando por la ciudad con maletines llenos de dinero, al mismo estilo de los grandes capos de la mafia.
Estamos en un país en donde todos supuestamente somos iguales ante la ley, y es saludable que todos los empresarios empiecen a decir la verdad, pero no deberían tratar de justificarse y menos pretender que nosotros les tengamos que agradecer. Porque al final, lo ideal es que el voto de todos los peruanos valen igual, y si alguien pretende financiar, lo mínimo que necesitamos saber los ciudadanos es que sepamos quienes lo financian.
Es por ello, que pensamos que necesitamos una clase empresarial responsable y que responda a las necesidades del país y no de sus intereses particulares ; necesitamos fomentar nuevas prácticas empresariales que tengan el impacto necesario en la sociedad, y que si bien todos necesitamos ganar dinero por las actividades que desarrollamos, estas deben estar sujetas a las buenas practicas y los valores que se le exige a un ciudadano común y corriente.
Finalmente debo manifestar que la única manera de que nuestro país se desarrolle es fortaleciendo y creando nuevas empresas. Como un promotor de la asociatividad, que hemos construido una experiencia desde abajo, sin ningún apoyo del estado o teniendo el estado en contra; debo manifestar que para los emprendedores de a pie de este país hacer empresa es muy complicado, pero que pese a todos los obstáculos logran salir adelante.