El terremoto que azotó Haití el último sábado golpeó aún más al empobrecido país caribeño, el cual ya lidiaba con la pandemia del COVID-19, el aumento de la violencia de las pandillas y una severa crisis política tras el asesinato del presidente Jovenel Moise el 7 de julio de este año. Toda esta situación, sumada a las precarias condiciones que atraviesa la nación centroamericana, ha empujado a muchos haitianos a viajar a otros destinos de Latinoamérica. Uno de ellos, el Perú.
Debido al relativo crecimiento económico del Perú antes de la pandemia, ciudadanos de diferentes países han llegado para establecerse y desempeñarse en diversas actividades. Esta situación se distingue de aquella en la que personas arriban, pero a manera de tránsito, para luego continuar su viaje a un tercer destino. Ese es el caso de los haitianos.
Son básicamente tres tipos de situaciones en las cuales el Perú constituye una zona de tránsito para los migrantes. Los primeros son aquellos que provienen de países pobres como Haití y de algunos países africanos cuyo destino final es Brasil. El segundo, los que producto de los diversos procesos de integración en curso se asientan temporalmente en el país. Algunos también tienen como destino final otro país. Por último, aquellos que utilizan al Perú como plataforma para luego continuar su trayectoria hacia un tercer país, como es el caso de algunos ciudadanos de oriente medio.