Por: Billy Crisanto Seminario
Creo haber escrito anteriormente sobre el tema. No obstante es tan recurrente que, lamentablemente, siempre estará en el centro de nuestra preocupación cotidiana. Veamos. Cuando se vive solo, sin una familia que dependa de nosotros, aunque suele ser triste, quizá sea posible vivir sin tantos apremios económicos. Sin embargo, cuando no es así el dinero nunca alcanza. Es entonces cuando las deudas comienzan a abrirse paso con su secuela de incertidumbre e incluso de angustia. Se trata, por un lado, de lograr pagarlas, y por otro lado de obtener dinero para atender los gastos básicos como: alimentación; servicios básicos de agua, luz, teléfono; pensiones de colegios; movilidad de los hijos, ropa para los niños, etc., etc.). De esta forma se ingresa al círculo vicioso, al que los economistas recomiendan no caer. Prestar para pagar. Pero, para muchos, el ahorro es algo que nos es ajeno por completo.
Quizá, una pregunta clave sea establecer, en qué momento comienza este calvario. Pues, no se trata de gastos de suntuosidades. En la mayoría de los casos, se originan en un préstamo a largo plazo en una entidad bancaria para, por ejemplo, construir una vivienda, para la familia, mínimamente decorosa.
Como sabrán, en el Perú no se construye una vivienda con 10 mil soles. Se necesita unas diez veces esa cantidad. Consecuentemente, las cuotas mensuales de dicho préstamo, suelen llegar a la mitad del haber mensual. Evidentemente, nadie puede vivir con la mitad de su sueldo. Es ahí donde comienza la necesidad de prestar a personas particulares, y éstas no te cobran menos del 10% mensual. Y así vamos prestando y pagando (a veces sólo los intereses) e incrementando el monto de la deuda, hasta llegar al punto que lo que se recibe de sueldo no alcanza, ni siquiera para pagar a los acreedores.
A estas alturas podemos reflexionar sobre algunos puntos claves. Primero. Lo económico no es sólo importante, sino decisivo en la vida de las personas. Segundo, y relacionado con lo anterior, lo económico arrastra una serie de problemas, que van desde los conflictos entre cónyuges, hasta el caldo de cultivo para la delincuencia. No afirmo que toda persona con precariedad económica deba terminar como delincuente. Me refiero a que una sociedad donde la satisfacción de las necesidades básicas, se resuelve casi siempre con dinero, habrá entonces extremos donde la desesperación puede llevar por malos caminos. Un padre, por ejemplo. que no tiene para comprar las costosas medicinas que salvarán la vida de su hijo, podría llegar al extremo de robar una farmacia. Una reflexión a un nivel más profundo nos conduce a plantear lo siguiente. El sistema, el establishment busca sujetarnos a través de varios medios, y uno de estos es el endeudamiento. Nunca debemos olvidar que la precariedad económica termina por generar la precariedad política.
No obstante, por formación y por convicción, no me está permitido dejar un mensaje negativo en la población. Quizá la solución, o siquiera la atenuación de las necesidades económicas, y por ende de vencer el sistema perverso de las deudas, pasa porque los adultos en general, desarrollemos otras actividades, diferentes a las que nos corresponde por nuestros estudios. Diciéndolo en buen peruano. Estamos obligados a «recursearnos». Que esto va a suponer descuidar nuestra preparación. Va a significar también, ver menos a nuestra familia. Sin embargo, hay veces que debemos optar por el mal menor. Mientras tanto, ahora mismo debo, calmarme un montón, y salir a tratar de manejar mínimamente mis agobiantes deudas…
#Billy Crisanto Seminario
#Piura – Perú
LA ESCLAVITUD DE LAS DEUDAS
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