En la tarde de hoy, 15 de octubre de 2020, en un evento de la Pontificia Universidad de Letrán de Roma, se emitió un mensaje en vídeo del Papa Francisco en el que llama a un Pacto Educativo Mundial.
En mayo de 2020 se iba a llevar a cabo el evento sobre el Pacto Educativo Global, promovido por el Papa Francisco para generar, a través de la educación, “un cambio de mentalidad a escala planetaria”, indica un comunicado de la Congregación para la Educación Católica difundido el 24 de septiembre de 2020.
Debido a la pandemia de COVID-19, el evento en el Vaticano, tuvo que ser cancelado. No obstante, su planificación no se ha interrumpido y hoy se han retomado las iniciativas con este acto en la Universidad Lateranense promovido por la Congregación para la Educación Católica,
“Catástrofe educativa”
Durante el evento de hoy, transmitido en directo por streaming, el Santo Padre ha subrayado que, en este camino de preparación de un Pacto Educativo Global, la COVID-19 “ha acelerado y amplificado muchas de las urgencias y emergencias que habíamos constatado, y ha manifestado muchas otras” y “los sistemas educativos de todo el mundo han sufrido la pandemia tanto a nivel escolar como académico”.
Según algunos datos recientes de organismos internacionales, se habla de una “catástrofe educativa”, ante aproximadamente diez millones de niños “que podrían verse obligados a abandonar la escuela a causa de la crisis económica generada por el coronavirus, aumentando una brecha educativa ya alarmante —con más de 250 millones de niños en edad escolar excluidos de cualquier actividad educativa—”, indica Francisco.
La educación como antídoto
Esta situación “ha hecho incrementar la conciencia de que se debe realizar un cambio en el modelo de desarrollo” y, en este sentido, el Papa resalta “el poder transformador de la educación”, pues “educar es apostar y dar al presente la esperanza que rompe los determinismos y fatalismos”.
“Creemos que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia. La educación es ante todo una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite en el tiempo de generación en generación”, continúa.
Por tanto, la educación “se propone como el antídoto natural de la cultura individualista, que a veces degenera en un verdadero culto al yo y en la primacía de la indiferencia”.
Itinerario integral
En consecuencia, el Pontífice considera necesario “un nuevo periodo de compromiso educativo, que involucre a todos los componentes de la sociedad”, un “itinerario integral”, que salga al encuentro “de aquellas situaciones de soledad y desconfianza hacia el futuro que generan depresión, adicciones, agresiones, odio verbal, fenómenos de intimidación y acoso entre los jóvenes”.
Un “camino compartido”, en el que no se permanezca indiferentes “ante el flagelo de la violencia y el maltrato de menores, el fenómeno de las niñas esposas y de los niños soldados, la tragedia de los menores vendidos y esclavizados” y ante el “sufrimiento” de nuestro planeta, sumido en “una grave crisis medioambiental y climática”.
Llamamiento
Por todo ello, el Papa Francisco realizó un llamamiento “de manera particular a los hombres y las mujeres de cultura, de ciencia y de deporte, a los artistas, a los operadores de los medios de comunicación, en todas partes del mundo”, para firmar este pacto y que, “con su testimonio y su trabajo, se hagan promotores de los valores del cuidado, la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la acogida del otro y la fraternidad.”
Este Pacto Educativo Global supone un proceso plural y multifacético “capaz de involucrarnos a todos en respuestas significativas, donde la diversidad y los enfoques se puedan armonizar en la búsqueda del bien común. Capacidad para crear una armonía: esto es lo que necesitamos hoy”, aclara.
Compromiso
De este modo, el Santo Padre apunta que “nos comprometemos personal y conjuntamente” a: “Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte”.
A “escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona; a fomentar “la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación”; a “tener a la familia como primera e indispensable educadora”.
A “educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados” y a “comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral”.
Por último, se encuentra el compromiso de “salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular”.
“Mirar hacia delante” con esperanza
Tal inversión formativa “debe garantizar el acceso de todos a una educación de calidad, a la altura de la dignidad de la persona humana y de su vocación a la fraternidad”.
“Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza”, remarca el Papa, es preciso seguir “todos juntos, cada uno como es, pero siempre mirando juntos hacia adelante, hacia esta construcción de una civilización de la armonía, de la unidad, donde no haya lugar para esta virulenta pandemia de la cultura del descarte”.