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ARZOBISPO DE PIURA HACE URGENTE LLAMADO A TRABAJAR UNIDOS POR LA RECONSTRUCCIÓN

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ARZOBISPO DE PIURA HACE URGENTE LLAMADO A TRABAJAR UNIDOS POR LA RECONSTRUCCIÓN, A PROMOVER LA FAMILIA Y A DESECHAR LOS VICIOS DE LA POLÍTICA PARA VIVIRLA COMO EXPRESIÓN DE LA CARIDAD CRISTIANA

La mañana de hoy, en el Convento de San Francisco de nuestra ciudad, se celebró la tradicional Santa Misa y Te Deum con ocasión del 198° Aniversario del Grito Libertario de Piura. La Eucaristía fue presidida por nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V.
Fieles a la tradición de nuestros antepasados, nuestra ciudad recuerda este día, una de sus fechas más gloriosas, un acontecimiento histórico que perenniza el heroico gesto patrio de los piuranos, cuando el 4 de enero de 1821, hombres y mujeres pronunciaron el grito libertario a favor de la causa emancipadora. Participaron de la Santa Misa con profundo recogimiento las nuevas autoridades políticas, civiles y militares de nuestra Región, así como los miembros de las Asociaciones Cívico Patrióticas de nuestra ciudad.
A continuación, presentamos el texto completo de la homilía pronunciada por nuestro Arzobispo esta mañana:
HOMILÍA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO
CON OCASIÓN DEL 198° ANIVERSARIO DEL GRITO LIBERTARIO DE PIURA
Un día como hoy, hace 198 años, los piuranos, adelantándose seis meses a la proclamación de la Independencia del Perú en la ciudad de Lima, con ingenio, decisión y valentía se congregaron en este recinto sagrado e histórico de la iglesia de San Francisco de Asís para proclamar nuestra libertad.
Después de haber tomado esta trascendental decisión, nuestros próceres procedieron a jurar la Independencia, es decir asumieron el compromiso de respetarla y hacerla prevalecer. Las campanas de esta iglesia volaron al viento en señal de júbilo, tal como lo harán al final de esta misa, antes de iniciarse la tradicional procesión con nuestro sagrado Pabellón Nacional.
Algunas versiones de la época señalan que la proclamación y la jura de la Independencia se dieron el mismo día 4 de enero de 1821. Otras crónicas más bien indican que después de tomada la decisión por la causa libertaria el día 4, fue el día 6 de enero, fiesta de la Epifanía del Señor, el día en que se juró la Independencia de Piura la cual fue saludada por una salva de veintiún cañonazos y con la celebración de una Santa Misa que concluyó con el canto del himno del Te Deum: “A ti, oh Dios, te alabamos”.
Es por eso que en recuerdo y gratitud por el don de la libertad heredado de nuestros mayores, todos los años las autoridades y el pueblo piurano nos reunimos aquí no sólo para honrar la memoria de nuestros valientes antepasados, sino también para renovar el compromiso con Piura y con el Perú, conscientes que sólo Dios, quien se ha revelado plenamente en la persona de su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, es el verdadero garante de la libertad, porque sólo en la medida en que construimos nuestras vidas en Aquel que es el Señor de la Historia, y en su Palabra de vida que nunca pasará (ver Mt 24, 35), permaneceremos en la verdad y así seremos auténticamente libres (ver Jn 8, 32).
Nuestros antepasados como don Miguel Jerónimo Seminario y Jaime, Manuel del Valle, Pedro León y Valdez, Miguel y Tomás Arellano, Buenaventura Raygada y José Manuel López, entre otros, nos dejaron así la lección que sólo en nuestra fe cristiana seremos capaces de construir la Piura justa, reconciliada y próspera que todos anhelamos.
La edificación de Piura no puede darse al margen de su fe cristiana la cual sella su identidad desde su fundación hace 487 años, sino necesariamente dentro de ella y desde ella. Es por eso que con acierto la Comisión Bicentenario de nuestra Región, encargada de las celebraciones por los doscientos años de la Independencia ha querido también llamarse Comisión del V Centenario de la Fundación de Piura, efemérides que celebraremos el año 2032, porque Piura es la primera ciudad de fundación cristiana en el Perú y en el Pacífico sur.
Saludo a las nuevas autoridades
Comenzamos este año 2019 con la alegre noticia de contar con nuevas autoridades políticas, militares y policiales en nuestra Región, Provincias y Distritos. Ello es siempre motivo de esperanza. Mi saludo más cordial a todos los que han recibido de Dios, del pueblo y de la Nación, el encargo de dirigir los destinos de nuestra Región y Gobiernos locales en los próximos cuatro años, así como las comandancias generales de nuestras Fuerzas Armadas y la I Macro Región de nuestra Policía Nacional.

Junto con mi amistad les aseguro mis oraciones y les hago llegar mi ofrecimiento personal, y el de la Iglesia, de colaborar activamente con ustedes para trabajar por el bien común de Piura, sirviendo al bien de la persona humana que es un bien sobre todo de naturaleza espiritual, y que demanda exigencias sociales, culturales, políticas y religiosas.
La Iglesia no es ni quiere ser un agente político. A ella no le corresponde la tarea de actuar directamente para construir un orden justo en la sociedad, esto corresponde a los fieles laicos que desde su fe cristiana actúan políticamente como ciudadanos bajo su propia responsabilidad. Pero al mismo tiempo la Iglesia tiene un profundo interés por el bien de la comunidad política, cuya alma es la justicia, y le ofrece su contribución específica a dos niveles. En primer lugar, iluminando el quehacer político con su Doctrina Social. Dicha Doctrina, razonada a partir de lo que está de acuerdo con la naturaleza de todo ser humano, contribuye a que se pueda reconocer eficazmente, y luego también realizar, lo que es justo
En segundo lugar la Iglesia despierta las conciencias, alimenta y fortalece las energías morales y espirituales, las cuales son indispensables para anteponer las exigencias de la justicia a los intereses personales, o de una clase social, o grupo o partido.

Trabajar en bien de todos, especialmente por los pobres, los vulnerables y los migrantes
Queridas autoridades piuranas: Hago votos para que cada uno de ustedes se esfuerce según el máximo de sus posibilidades y capacidades por hacer una gran gestión en beneficio de todos, con una especial atención y solicitud por los más pobres, los vulnerables y los que más sufren, a los que se suman en estos tiempos nuestros hermanos migrantes venezolanos que en gran número se han visto obligados a dejar su país en búsqueda de libertad y de mejores condiciones de vida para sus familias. Les pido que sean conscientes, que hoy se hace urgente acoger, proteger, promover e integrar al migrante. Los piuranos somos hospitalarios, generosos y cordiales por naturaleza. Que animados por la caridad de Cristo sepamos acoger con ternura a estos hermanos nuestros. La misericordia nos alienta a confiar en lo sano y bueno que late en cada uno de sus corazones. La crisis que vive Venezuela, ciertamente se puede medir en cifras de migrantes, pero nosotros debemos medirla por nombres, por historias, por familias. Son hermanos y hermanas que dejan su tierra, su cultura y muchos a sus familias, obligados por la pobreza, el hambre, la enfermedad, la violencia, y la falta de libertad.
Veamos su presencia entre nosotros no como una amenaza sino como una riqueza para nuestra sociedad ya que ellos pueden aportar muchísimo para nuestro desarrollo integral.
Unidad para la reconstrucción
De otro lado hago un llamado a todos los piuranos a que colaboremos con nuestras nuevas autoridades. Dejemos de lado los egoísmos y los intereses de grupo ya que todos somos piuranos y Piura es nuestra casa y tarea común. Quiero pedirles a todos los piuranos mucha unidad. Es doloroso constatar en algunas circunstancias nuestra desunión, conformismo y hasta indiferencia en la defensa y promoción de ciertos proyectos absolutamente necesarios para el desarrollo integral de nuestra Región que todos conocemos y que año tras año nos son prometidos y no se realizan.
El próximo 27 de marzo se cumplirán dos años de las devastadoras inundaciones del 2017, y la ansiada y ofrecida reconstrucción se siente muy poco y avanza con pies de plomo. ¿Hasta cuándo tendremos que esperar, sobre todo los pobres y los que menos tienen? Sepamos exigir con serenidad y paz, pero con firmeza y unidad, lo que Piura en justicia necesita y se merece.
Los vicios y virtudes de la política
Al comenzar este año con la presencia de nuestras nuevas autoridades, es bueno prevenirlos de los vicios de la política, pero también señalarles las virtudes y valores que hay que practicar en ella.
Los vicios socavan el ideal de una democracia auténtica y se vuelven contra la dignidad de la persona humana y hacen inalcanzable el bien común. Por ello hay que combatirlos y desterrarlos. En cambio, las virtudes y valores que señalaremos crean las condiciones para un futuro digno y justo, y se vuelven en una forma eminente de caridad.
Entre los vicios de la política que ponen en peligro la paz social y que son una verdadera vergüenza y que por tanto hay que combatir y desterrar radicalmente, encontramos la corrupción, en sus múltiples formas, como son la apropiación de los bienes públicos, el enriquecimiento ilícito, el aprovechamiento de las personas, y el uso de las influencias para torcer la justicia hacia el propio interés personal o de grupo.
Son también vicios de la política la negación del derecho, el incumplimiento de las leyes, el abuso del poder mediante la fuerza y la imposición, la manipulación de la información, los odios y venganzas, la adulación, el racismo, la xenofobia, el descuido, y el maltrato de la creación. Estos vicios restan credibilidad al sistema democrático de vida, así como a las decisiones y a las acciones de aquellos que se dedican a la vida política.
Más bien entre las virtudes y valores que hay que practicar en la vida social y política están el servicio, la veracidad, la honradez, la sencillez, el respeto fundamental a la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la promoción y defensa de la familia basada en el matrimonio entre un varón y una mujer, el respeto del derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos, el reconocimiento y defensa de la dignidad de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios, el respeto a la libertad religiosa, la promoción de la justicia y la paz, el fomento de la igualdad entre varones y mujeres, la lucha contra la violencia hacia la mujer y contra el abuso de los niños y adolescentes, la promoción de la participación de los jóvenes en la vida social, el fomento del diálogo inter generacional, y finalmente la protección de los más débiles, pobres y de los ancianos.
Todo ello favorece al bien común y crea las condiciones para un futuro digno y justo para todos. Cuando se viven estas virtudes y valores, la vida política y social se convierte en una forma eminente de la caridad. Nunca hay que olvidar que “la política procede del hombre, se ejerce mediante el hombre y es para el hombre” [2], y que “la persona humana, con sus exigencias trascendentes y eternas, es criterio y medida de los esfuerzos de toda política”.[3]
“A este respecto, merece la pena recordar las «bienaventuranzas del político», propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyễn Vãn Thuận, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio:
Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo”.[4]
Que la familia se convierta en el centro de toda política social
Queridos hermanos y hermanas: Sabemos bien de la importancia de la familia. De ella brota el oxígeno puro de los valores verdaderos. Por eso los invito a todos a esforzarnos por proteger y promover la familia fundada en el matrimonio, que en el don recíproco del varón y de la mujer crea un clima adecuado donde los hijos puedan nacer y crecer convenientemente, para constituirse después en buenos ciudadanos. Es necesario que la familia se convierta en el centro de toda política social. ¡Sin familia no hay futuro!
Ante el nuevo año que hemos comenzado
Todo Año Nuevo siempre trae consigo el interrogante acerca de las alegrías y dolores que en él viviremos. Aunque el año 2019 que acabamos de comenzar pueda traer consigo dificultades y desafíos, los exhorto a que no tengamos miedo. Fijémonos en el ejemplo de los Magos venidos de Oriente cuya fiesta celebraremos el próximo domingo 6 de enero con la Epifanía del Señor.
Ellos eran hombres de gran valor y su valor les venía de la humildad de su fe: “Se necesitaba tener valentía para recibir el signo de la estrella como una orden de partir, para salir hacia lo desconocido, lo incierto, por los caminos llenos de multitud de peligros al acecho. Podemos imaginarnos las burlas que suscitó la decisión de estos hombres… Pero, para estos hombres tocados interiormente por Dios, el camino acorde con las indicaciones divinas era más importante que la opinión de la gente. La búsqueda de la verdad era para ellos más importante que las burlas del mundo, aparentemente inteligente”.[5] Que como ellos vivamos el Año Nuevo con la confianza puesta en el Señor quien no nos abandona nunca y siempre nos guía y cuida. No olvidemos que sólo quien tiene a Dios tiene esperanza.
Que María Santísima, a quienes los piuranos llamamos con ternura y confianza filial “La Mechita”, nos cubra con su manto maternal, nos libre de las insidias del enemigo. Que Ella aparte de nosotros la mentira, el pesimismo, la desunión, el egoísmo y las envidias, y más bien nos alcance de su Divino Hijo recién nacido, el Señor Jesús, los dones de la verdad, del amor, la reconciliación, la justicia, la esperanza, la alegría y el servicio, que es lo mejor que podemos dejar en herencia a las nuevas generaciones de piuranos. Que así sea. Amén.
San Miguel de Piura, 04 de enero de 2019
[1] Ver S.S. Benedicto XVI, Discurso en la IV Asamblea Eclesial Italiana, Verona, 19-X-2006.
[2] San Juan Pablo II, Discurso en la ONU, 2-X-1079
[3] San Juan Pablo II, Discurso al Cuerpo Diplomático Madrid, 2-XI-1982.
[4] Papa Francisco, Mensaje para la 52 Jornada Mundial de la Paz, 1-I-2019.
[5] S.S. Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Epifanía, 06-I-2013.

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